En general, la investigación en la Antártida es difícil. Os daré un ejemplo del trabajo de los oceanólogos: científicos que estudian el océano.
El trabajo en alta mar en el Océano Austral es difícil de realizar porque el barco de investigación se distrae constantemente con otras tareas: es necesario abastecer de combustible a las estaciones costeras, transportar personas y carga en helicóptero. Y el trabajo del mar en sí es muy largo: cuando la sonda oceanográfica se baja en un punto, va a la profundidad durante una hora y se eleva durante una hora. A grandes profundidades, puede llevar dos horas allí y tres horas atrás. Cuando se levanta la sonda, los investigadores pasan al siguiente punto y repiten las mismas operaciones allí. Y al mismo tiempo, también debes asegurarte de que el barco esté en el mismo punto, para que la ola no balancee la sonda, para que el cable no se desvíe y para que no se atasque con hielo.
El sueño de los oceanógrafos que trabajan en la Antártida es que se puedan realizar mediciones durante todo el año. Pero en invierno, es imposible realizar las mismas observaciones de alta calidad sobre el océano que en verano debido a las características climáticas y logísticas.
El problema podría resolverse con un dispositivo que midiera de forma autónoma los valores requeridos, emergiera, transmitiera datos y se sumergiera nuevamente. Existen instrumentos similares, pero tienen sus inconvenientes: o no son tan precisos como nos gustaría, o cubren un pequeño rango de profundidades, además, no siempre son adecuados para trabajar en hielo.
Pero cuando los barcos no pueden operar en el Océano Austral, entran en juego las focas.
Hace diez años, los científicos de las estaciones polares descubrieron cómo atraer a las focas que viven en la Antártida a la investigación: pueden sumergirse a una profundidad de más de 500 metros y pasar hasta una hora bajo el agua. Los científicos han colocado sensores en la frente de algunas focas que miden la temperatura del agua, su salinidad y profundidad. Cuando la foca se zambulle, el dispositivo registra los datos, y cuando la foca regresa y se acuesta en el témpano de hielo, el dispositivo se comunica con el satélite y transmite los datos registrados.
Esto es muy útil para la ciencia: cuando hicieron el primer experimento con focas, los investigadores recibieron por primera vez una gran cantidad de datos del invierno.